Los estudios actuales y la mayoría de los expertos coinciden en que hay muy pocas probabilidades de que un animal doméstico como un perro o un gato puedan contagiarse con el coronavirus SARS-CoV-2. Sin embargo, contagiarse no siempre es equivalente a dar positivo.
El Departamento de Agricultura, Pesca y Conservación de Hong Kong detectó un “positivo débil” al SARS-CoV-2 en muestras tomadas de las cavidades nasales y orales de un perro. El perro no mostró síntomas y permanece en cuarentena mientras se le hacen más pruebas. Lo más probable es que el virus detectado en este animal no fuera por un contagio propio sino debido a que los perros olisquean y lamen con frecuencia por donde pasan. En la zona donde se paseó a este perro alguien contagiado con SARS-CoV-2 pudo toser, estornudar o escupir, y el perro, al olisquear o lamer, trasladó el virus a su boca y a sus fosas nasales. Debido a esto se detectó ese “positivo débil”.
Aunque no es probable que los perros se infecten y sufran los síntomas en sí mismos, sí que es posible que puedan transmitir el virus SARS-CoV-2 a los humanos de forma indirecta si no les aplicamos unas normas de higiene adecuadas. Podrían transportar el virus en su pelaje, en sus patas, en sus cavidades nasales o en su boca y luego pasarlo a su dueño si este besa al perro, frota su pelo y luego se lleva las manos a la boca, deja al perro pasear por los sofás y por la cama sin antes haberle limpiado las patas, etc.
Para evitar ese posible contagio a partir del virus transportado por el animal, los dueños de mascotas deben extremar la higiene cuando tocan a sus animales y evitar llevarse las manos a la nariz, la boca o los ojos (y el rostro, en general) sin antes lavarse bien las manos. Si no están seguros, también deberían evitar entrar en contacto directo con los animales, no acercando su rostro a ellos (y menos aún besándolos o pasando la nariz por su pelaje), así como evitar que se paseen por lugares sensibles de la casa como almohadas, sofás y otras zonas donde puedan dejar rastros del virus. Una medida adicional es mantener una frecuente y adecuada higiene del suelo y las zonas por donde pase el animal. Elegir lugares limpios para pasearlos donde estemos seguros de que no haya personas contagiadas es una buena idea. Si no podemos evitar los lugares donde hayan pasado personas, al llegar a casa se deben limpiar las patas del animal con toallitas antisépticas después de sacarlo a pasear, aunque con cuidado de no hacerlo en exceso ya que eso resecaría sus pezuñas. La higiene del animal y del dueño deberían aumentar aún más si estamos en una zona donde haya un foco declarado de contagios de SARS-CoV-2.
Hay evidencias de que los perros y gatos sí se contagian con otros coronavirus, y aún no hay estudios que descarten su posible contagio con este nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Por lo tanto, no hay casos estudiados en los que un animal doméstico pueda contagiar directamente a su dueño a través de estornudos o tos, pero sí es probable que pueda hacerlo de forma indirecta si pasa por lugares donde el virus esté depositado en las superficies (como el suelo), transportándolo en su saliva, pelo o pezuñas.