En primer lugar hay que aclarar que el SARS-CoV-2 se multiplica sin problemas a temperatura corporal (36,5ºC-37ºC) e incluso con fiebre. Según datos de un artículo publicado en The Lancet Microbe el 2 de abril de 2020 (1), el virus sigue estable y con capacidad para contagiar incluso en entornos con temperaturas de 70ºC. Lo que sí cambia es el tiempo de permanencia del virus fuera del cuerpo (en superficies) según la temperatura. A 4ºC el SARS-CoV-2 apenas cambia su carga viral (y, por tanto, su capacidad infectiva) durante al menos 14 días. A 22ºC se observa que comienza a bajar ligeramente la carga viral en superficies a partir de 2 días (pero sigue siendo alta), se reduce a la mitad a los 7 días y desaparece a los 14 días. A 37ºC la carga viral en un entorno exterior al cuerpo ya comienza a bajar de forma ligera a partir de 6 horas, disminuye a la mitad en 1 día y no se aprecia a los 2 días. Incluyo tabla:
Por lo tanto, a partir de estos datos se ve que la carga viral del SARS-CoV-2 en superficies va bajando conforme la temperatura aumenta. También dependerá de la superficie (por ejemplo, en el acero inoxidable la carga viral dura más días que en el papel o la ropa). Pero, teniendo en cuenta exclusivamente los datos de temperatura, se puede deducir que conforme la temperatura en el exterior sea mayor la carga viral irá durando menos tiempo estable y habrá menos posibilidades de que las personas se contagien a partir del contacto con superficies contaminadas.
Sin embargo, estamos hablando solo de contagios a partir de carga viral depositada en superficies y no de contagios de persona a persona (que es el más común). Si una persona (cuyo cuerpo está a 37ºC) estornuda o tose cerca de otra, esos virus pueden introducirse de forma inmediata a través de sus mucosas (nariz, boca, ojos) independientemente de la temperatura que haya en el entorno. De hecho, un alto porcentaje de personal sanitario se contagia y trabajan a temperaturas reguladas en torno a 20-22ºC (no en temperaturas más frías). Además, se producen brotes en zonas cuyas temperaturas actuales son de 30ºC o superiores (como Guayaquil, en Ecuador, por ejemplo).
No he analizado aquí el papel de los rayos ultravioleta (que también podrían jugar un papel en la disminución de la carga viral con el tiempo), sino exclusivamente la temperatura. Si unimos ambos factores (temperatura y rayos UVA) es deducible que la llegada del verano (cuando las temperaturas sean altas, de 35ºC en adelante) ayudará a disminuir los contagios a partir del contacto con superficies exteriores, pero no parece que pueda tener un efecto significativo en la disminución de los contagios de persona a persona.
(1) Chin A W H, Chu J T S, Perera M R A, et al. Stability of SARS-CoV-2 in different environmental conditions. Lancet Microbe 2020; published online April 2. https://doi.org/10.1016/S2666-5247(20)30003-3.