Mi nombre es Guillermo Pérez y escribo esta información como biólogo (colegiado nº 003257 en el Colegio de Biólogos de Andalucía) y con toda la cautela que requiere una pandemia de un virus nuevo en sus primeras fases de evolución. Escribo en mi propio nombre y no como perteneciente a ninguna institución pública o privada.
Nombre del virus y de la enfermedad.
Lo que popularmente se está llamando “coronavirus” es una cepa de una familia completa de virus llamada coronavirus. Hay muchos coronavirus distintos y no todos causan la misma enfermedad (algunos resfriados son causados por coronavirus). El nombre del virus que está provocando una epidemia en diversos países del mundo (causante de un primer brote en la ciudad china de Wuhan a partir de noviembre-diciembre de 2019) es oficialmente SARS-CoV-2. Ese nombre tiene tres partes: SARS (siglas de “Síndrome Agudo Respiratorio Severo”), CoV (siglas de “coronavirus”) y el número 2. ¿Y por qué el 2? Porque ya hubo un SARS-CoV, que fue otro virus que provocó una epidemia en China entre 2002 y 2004, cuyas características tenían ciertas semejanzas con este nuevo coronavirus.
Después tenemos el nombre de la enfermedad: COVID-19 (siglas de “Coronavirus disease 2019”). Enfermedad en inglés se escribe disease, así que las siglas en inglés son una abreviatura de “enfermedad del coronavirus de 2019″.
Virus: SARS-CoV-2. Enfermedad: COVID-19.
Aclaro esto porque en muchos artículos de prensa y discusiones se habla de forma confusa de “coronavirus”, “CoVid-19″, “virus de Wuhan”, “coronavirus de Wuhan” y otros nombres, pero los oficiales son los que he indicado arriba, y no debemos confundir el virus en sí con la enfermedad. Esos nombres oficiales neutros se han puesto para evitar asociar el nombre del virus o de la enfermedad solo a una localidad o a un país, como injustamente sucedió con la mal llamada “gripe española” (gripe pandémica de 1918).
Características del virus SARS-CoV-2
La mayoría de los coronavirus que afectan a humanos se derivan del reservorio de murciélagos. El SARS-CoV-2 tiene similitud genética con un betacoronavirus de murciélago y, concretamente, de un 96,2% con un coronavirus de SARS (SARSr-CoV; RaTG13). Sin embargo, su genoma no es muy similar a los genomas del SARS-CoV (aproximadamente un 79%) o del MERS (un 50%).
El SARS-CoV-2 usa el mismo receptor que el SARS-CoV: la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2).
Aunque no se conoce aún con exactitud qué animal pudo haber transmitido el virus a los humanos, se sabe que unos animales llamados pangolines pueden haber proporcionado un gen espiga parcial al SARS-CoV-2 que cumple una función importante en la transmisión.
Evolución de la enfermedad COVID-19.
Mapa con lugares donde se han detectado casos confirmados de SARS-CoV-2 con desarrollo o no de los síntomas de la enfermedad:
https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=1a04iBi41DznkMaQRnICO40ktROfnMfMx
Casos de COVID-19 en tiempo real en Youtube:
Otro mapa, de la Universidad John Hopkins:
https://gisanddata.maps.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40299423467b48e9ecf6
(He redirigido el dominio virusdewuhan.com al mismo. Lo siento por el nombre, pero comenzó llamándose así).
Mapa de riesgo de propagación del SARS-CoV-2 en España por municipios creado por investigadores de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y de la Universidad de Zaragoza (UZ):
https://deim.urv.cat/alephsys/COVID-19/
(He realizado una redirección al mismo desde el dominio mapa.red ).
¿Qué síntomas produce la enfermedad COVID-19?
La enfermedad que produce el virus SARS-CoV-2 se caracteriza por un síndrome respiratorio cuyos síntomas aún no han sido identificados con total precisión en todos los posibles infectados debido a la novedad del virus y a que no se sabe si hay muchos más contagiados de los que han dado positivo en las pruebas específicas para este coronavirus. En un estudio se estima que el ratio de asintomáticos (porcentaje de portadores del virus sin síntomas) podría ser hasta del 41%, y que podría haber transmisión del virus por parte de personas sin síntomas.
Los síntomas (si los hay) comienzan a aparecer entre 2 y 14 días después de la infección. Entre los pacientes con casos confirmados de SARS-CoV-2, los síntomas comunes al inicio de la enfermedad fueron fiebre (un 95%), tos seca (un 90%) y mialgia (dolor muscular) o fatiga (un 30%). Otros síntomas menos frecuentes fueron dolor de garganta y secreción nasal (en un 5%), y diarrea, náuseas y vómitos (entre el 1-2%). En una etapa posterior, conforme se va produciendo daño pulmonar, suele aparecer disnea (dificultad para respirar), en más o menos un 30% de los casos. En la observación por escáner de tórax de los afectados se ha encontrado una alta incidencia de neumonía, con diferencias en los análisis sanguíneos entre los pacientes que requieren cuidados intensivos y los que no. Una característica común en los pacientes afectados por COVID-19 es la linfocitopenia (un número anormalmente bajo de linfocitos en la sangre) y podría ser un factor crítico asociado con la gravedad y mortalidad de la enfermedad.
Los casos serios (que suelen requerir hospitalización) pueden llegar hasta el 18% de los afectados (un 13,7% graves y un 4,7% críticos). En los casos críticos se observa insuficiencia respiratoria, shock séptico y/o disfunción o fallo de múltiples órganos. La tasa de letalidad (porcentaje de personas que mueren por la enfermedad) se estima en un 2%.
El análisis de los genomas del virus SARS-CoV-2 ha permitido encontrar dos tipos de cepas diferentes (las de tipo L y las de tipo S). La cepa de tipo L es más frecuente (un 70%) que la de tipo S (30%), a pesar de que la S es la versión ancestral (más antigua). La cepa de tipo L, que causa síntomas más fuertes y se propaga más rápido, fue la más frecuente en las primeras etapas del brote de Wuhan, y se mantiene preponderante a pesar de haber disminuido debido a la presión selectiva humana con las medidas de contención.
Tasa de contagio del SARS-CoV-2
La capacidad de contagio de un virus de una persona a otra se mide por el llamado “número de reproducción básico”, que se abrevia como R0. Es un número que va evolucionando conforme se extiende la enfermedad, y varía continuamente según el país, los medios de contención, la capacidad del sistema sanitario, el lugar y la actividad de los contagiados, y otros factores. Los primeros estudios en el caso del SARS-CoV-2 indican que su R0 es superior a 2. Es decir, que cada persona infectada por SARS-CoV-2 podría llegar a infectar hasta a 2 personas durante el período infeccioso. Sin embargo, ese número es un promedio y existen los llamados super-propagadores (super-spreaders, en inglés), que llegan a infectar a muchas más personas que la media.
Al estar el R0 del SARS-CoV-2 por encima de 1 en este momento, seguirá dando lugar a brotes epidémicos en diferentes zonas hasta que no se consiga bajar de esa cifra con posibles futuras vacunas, tratamientos o medios de contención. Cuanto más alto sea el R0 (algún estudio lo eleva hasta 5), más probabilidad existe de que se produzcan transmisiones dentro de la comunidad y brotes epidémicos en diferentes países, lo que podría dar lugar a una pandemia.
¿Quiénes pueden desarrollar la enfermedad COVID-19?
La infección por el virus SARS-CoV-2 puede producirse en todo tipo de personas de cualquier edad. Entre los casos confirmados, la mayoría de las personas (un 87%) tienen una edad entre los 30 y los 79 años, mostrando un 82% síntomas leves. Aunque puede causar síntomas graves o muerte a causa de la neumonía en personas sanas, la mayoría de los pacientes que necesitan cuidados intensivos o que mueren tiene enfermedades subyacentes (destacando la diabetes y la hipertensión).
En un pequeño grupo de mujeres embarazadas en su última etapa de embarazo, afectadas por neumonía provocada por COVID-19, no se han encontrado evidencias de infección intrauterina por transmisión de madre a hijo, pero sí algunos casos de sufrimiento fetal (alteración de la fisiología del feto que hace más probable su muerte o la aparición de lesiones permanentes).
¿Cómo prevenir el contagio por el coronavirus SARS-CoV-2?
Al no existir aún vacuna o antiviral aprobados para prevenir el SARS-CoV-2, la prevención del contagio pasa por las medidas de higiene. Entre las medidas que pueden ayudar a evitar un contagio están:
- lavarse las manos a menudo con agua y jabón de forma enérgica y durante al menos 20 segundos;
- no tocar las mucosas (ojos, nariz y boca) sin antes lavarse o desinfectarse las manos;
- evitar el contacto con personas que muestren los síntomas (tos, estornudos) o que sepamos están contagiadas;
- intentar mantener la distancia con otras personas (en general una distancia de dos metros podría ser segura);
- limpiar y desinfectar las superficies y objetos que toquemos con frecuencia o que estén en zonas sensibles del hogar (como teléfonos móviles, pomos de puertas, interruptores de luz, etc);
- airear la casa a diario y dejar que entre la mayor luz del sol posible por las ventanas;
- tener el mínimo contacto físico con personas desconocidas (evitar besar, dar la mano, etc);
- mantener la tapa del W.C. bajada cuando le demos a la cisterna;
- limpiar el suelo con productos desinfectantes (como lejía o similares);
- lavar la ropa con frecuencia, especialmente si sospechamos que hemos estado expuestos a personas que hayan estado tosiendo o estornudando;
- ducharse al volver de lugares públicos o de tener contacto cercano con otras personas.
Excepto si está indicado por las autoridades o si estamos en una zona donde tenemos certeza o alta probabilidad de que pueda haber personas infectadas, no es necesario el uso de mascarillas, guantes u otros elementos protectores.
Las mascarillas quirúrgicas solo deberían utilizarse si tenemos síntomas como estornudos o tos, con el fin de no contagiar a otros, ya que por sí mismas no evitan apenas el paso de virus. Su uso generalizado sí es útil para prevenir el contagio en zonas donde se hayan declarado brotes de SARS-CoV-2 o en zonas sensibles de concentraciones multitudinarias (como aeropuertos, centros de salud, etc), por lo que las autoridades podrían hacer obligatorio su uso en esas zonas.
Si vamos a estar cerca de personas contagiadas y queremos minimizar la posibilidad de contagio (sea por indicación de las autoridades, por trabajos propensos al contagio o por precaución propia) se pueden usar mascarillas con filtros FFP3 / N95 / P3 (con capacidad de filtración del 98%) o mínimo FFP2 (filtración del 92%) que sí filtran el virus. Son mascarillas desechables. Para usarlas es necesario ajustarlas bien al rostro, evitando cualquier posible vía de entrada y afeitándose bien la barba. También se deberían proteger los ojos con gafas que cubrieran todo el contorno y quedaran bien ajustadas, o bien usar una pantalla facial. Finalmente, sería necesario usar guantes (de nitrilo o de látex si no se es alérgico). Al desechar la mascarilla y los guantes habría que hacerlo con el máximo cuidado posible y desinfectarse luego las manos. Las gafas podrían ser desechables también si se dispone de más unidades, o bien desinfectarlas con alcohol.
Una alternativa a las mascarillas desechables son los respiradores con filtros reutilizables, que se ajustan mejor al rostro aunque son más incómodos y pueden causar claustrofobia al hacer más dificultosa la respiración.
El personal sanitario que vaya a estar en contacto directo con personas sintomáticas de COVID-19 debería usar trajes protectores integrales siempre que fuera posible, o al menos algunas de las alternativas indicadas anteriormente.
¿Cuál es el tratamiento para la enfermedad COVID-19?
En China, para los pacientes que no están en cuidados intensivos (UCI), se utiliza principalmente un tratamiento con moxifloxacina, lopinavirona e interferón, que puede mejorar a la mayoría. A los que necesitan ir a la UCI se les administra adicionalmente metilprednisolona.
Hay estudios sobre la alta eficacia del antiviral remdesivir (de Gilead Sciences) y la cloroquina (un fármaco para la prevención de la malaria) para controlar el virus SARS-CoV-2. El remdesivir sería efectivo una vez se hubiera producido la infección, mientras que la cloroquina se muestra efectiva antes y después de la infección.
En Corea del Sur se ha encontrado que el tratamiento con lopinavir / ritonavir (Kaletra, de AbbVie), disminuye de forma significativa la carga viral de coronavirus.
Sitios para información oficial.
Buscador de artículos científicos relacionados con el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Fuentes
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